El otro día me pasó algo alucinante. Jodie Gasson se coló en mi habitación. Y eso que vivo en una finca con aluminosis, llena de viejas con rulos en la cabeza (y gatos entre los rulos), yonkis que piden pasta para su vespino y algún que otro niño que mea en los buzones. Pero, mira tú por dónde, llaman al timbre y yo, medio mosqueado porque odio que me interrumpan cuando estoy degustando mi lata de atún en aceite de girasol, abro la puerta y allí está ella: una radiante y encendida Jodie Gasson con las tetas al aire, con su ropa interior que la deja semi desnuda, con ganas de que le saque unas fotos a lo amateur, muy del rollito de Terry Richardson (pero salvando las distancias, como se ve en la galería resultante, que poco puede hacer uno con la cámara digital que daban con los puntos del periódico) antes de insistirme en que follemos a lo loco y jodamos a los vecinos. Bueno, vale, es todo fantasía y ficción. Pero soñar es gratis, y estas fotos de Jodie también lo son, así que de una forma u otra todo queda justificado y conectado. O no.
